Medellín es una de las ciudades que recibió y todavía recibe personas desplazadas forzadas de otros lugares de Colombia, así como otras formas de desplazamiento y migración en busca de oportunidades. Esta situación crea diferentes desafíos para la población que cada vez crece más en Medellín, pero sobre todo para quienes tuvieron que desplazarse del campo a la ciudad.
Además muchas mujeres desplazadas extrañan su manera de vivir en el campo. Acostumbrarse y adaptarse a un entorno urbano fue bien difícil, un entorno concreto, ruidoso, lleno de gente y desconocidos. Y aun siendo difícil la mayoría de mujeres aprendieron a querer a Medellín con el paso del tiempo.
Sin embargo, hoy en día las mujeres en los barrios de bajos estratos todavía tienen muchas dificultades para realizar una vida digna en la ciudad de Medellín.
Uno de los problemas más grandes es que no tienen buen acceso a los servicios públicos. Sobre todo en las partes periféricas de la ciudad, no tienen la titulación de los terrenos y no hay acceso al agua, saneamiento, alcantarillado, telefonía y internet.
Al mismo tiempo muchos de esos barrios están ubicados en zonas de alto riesgo, eso significa que es muy difícil para esos barrios acceder a los servicios públicos y recibir titulación.
Y como la ciudad no creció planeada por las históricas oleadas de migración y desplazamiento, no ofrece suficiente espacio para vivir bien, para que los niños y niñas tengan espacios para jugar, para la gente caminar tranquila, para un transporte seguro que llegue a todos lados, entre otros desafíos, que se han nombrado hasta ahora.